Turismo Azul y Seguro y Agenda 2030
Conocer los fenómenos naturales marítimos costeros y sus efectos sobre nuestros litorales, así como desarrollar protocolos de actuación e instruir a la población para estar preparados ante eventuales desastres, se presentan como objetivos prioritarios en las sociedades actuales. En 2015, Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos. Como Institución educativa e investigadora y como parte de la sociedad, tenemos un importante compromiso con los ODS (especialmente con el ODS 5: Igualdad de Género, con el ODS 6: Agua y Saneamiento, con el ODS 11: Ciudades y asentamientos humanos inclusivos, resilientes y sostenibles, y con el ODS 14: Conservación y sostenibilidad de mares y recursos marinos).
El cambio climático ha puesto en evidencia la alta vulnerabilidad a la que están expuestos los países de la región. Los cambios en la dinámica marina de los océanos exigen la implementación de medidas de adaptación al ascenso del nivel del mar y otros efectos como el retroceso de la línea de costa, la salinización de acuíferos, la desprotección ante eventos meteorológicos extremos o las pérdidas humanas y económicas.
Asimismo, la crisis sanitaria provocada por el Pandemia Mundial COVID-19 ha generado, como en el resto del sistema productivo, una situación de parálisis en el ámbito turístico, poniendo de manifiesto la vulnerabilidad del sector y la falta de previsión y planificación.
Estos riesgos con los que convivimos deben llevarnos a potenciar el desarrollo de una cultura preventiva, que sume un valor añadido fundamentalmente en las zonas costeras, en los que el sector turístico tiene una especial incidencia. En este contexto se hace necesario hablar de Turismo Seguro, es decir, de la capacidad de las autoridades, instituciones, agentes sociales implicados y ciudadanía para garantizar nuestra protección y minimizar los riesgos del litoral frente a los efectos adversos de los fenómenos marítimos costeros, contemplando tres componentes prioritarios sobre el que actuar: peligrosidad, exposición e impacto y vulnerabilidad.